domingo, 2 de diciembre de 2012

La derrota que vale tres puntos

En esta ocasión, el derbi madrileño se presentaba con novedades respecto a años anteriores. El Atlético llegaba al Bernabeu con una cómoda, que no definitiva, ventaja sobre el equipo blanco en la clasificación liguera, producto de un gran trabajo (en mi opinión, más psicológico que técnico o físico) de Simeone. Sobre el papel, parecía que se daban todos los factores para que, esta vez sí, el Atlético acabara con su racha de no victorias ante el Real Madrid.

Sin embargo, y parafraseando al propio Simeone, "un exceso de euforia tampoco es bueno". El rumbo de ambos equipos en Liga, sumado al entusiasmo de la afición rojiblanca y a la tormenta mediática desatada durante la semana por esa prensa resentida con Mourinho por haber cortado de raíz las filtraciones de la Dirección Deportiva y hacer caso omiso a los fichajes que a golpe de portada quieren imponerle al club blanco, puede que llegara incluso a provocar que los atléticos llegaran al partido pensando que lo tenían medio ganado. De hecho, el propio Gil Marin ya comentó en los prolegómenos que habían ganado el partido solo por haber metido 21.000 aficionados en un entreno.



Un Atlético que había mostrado seguridad y confianza en su juego durante la temporada, empleó el juego sucio cuando el partido empezó a ponersele cuesta arriba con el extraordinario gol de Cristiano Ronaldo. Por cierto, fue descarada la realización de Canal +  tratando de evitar que viéramos la celebración del portugués, con un juego de planos enfocando a cualquier lugar menos al centro de atención del partido en ese momento; imagino que alguien se ha ganado un ascenso.
Volviendo al encuentro, si Pepe, sin negar los excesos que comete en ocasiones, hubiera realizado un partido como el que hizo anoche Diego Costa, hubiera acabado en el vestuario sin el mas mínimo miramiento. Cría fama y échate a dormir. Me llamó especialmente la atención el bajón de azúcar que le dio a Falcao ante Sergio Ramos; no me esperaba una actuación tan Busquetera por parte del colombiano. Al final, la historia de los últimos años se repitió.

Hago una mención especial al detalle para el que se congregaron más periodistas que público: la entrada al campo de Mourinho para recoger las reacciones del público madridista hacia su persona. Salvo los esperados pitos de la afición atlética, las pocas personas presentes en el estadio en ese momento mostraron un claro apoyo al entrenador.

Era de esperar que los medios arrimasen el ascua a su sardina haciendo una lectura sesgada e interesada de lo que ocurriese, y así fue. Como ante la evidencia no se ha podido decir que el público estuviera contra Mourinho, los medios hacen hincapié en la escasa presencia de aficionados en el estadio en ese mismo momento como muestra del escaso poder de convocatoria que tiene el portugués entre su propia afición. Sin embargo, no parece que ocurriera lo mismo con la prensa, ya que se agolpó toda una barrera de fotógrafos y cámaras para captar el momento. Mi lectura personal (y tambien sesgada; ¿por qué no?) es que al aficionado le interesa el fútbol, que empezaba 40 minutos después, y a la prensa le interesa el sensacionalismo.

Respecto al balón de oro, tema del que varios aficionados que tuve cerca de mi estuvieron hablando, creo que ya está entregado, y no es para quien, a mi juicio, lo merece por su trabajo el año pasado.
Cuando Messi ganaba títulos, pero Ronaldo destacaba en la estadística individual, se justificaba la entrega del galardón al argentino diciendo que lo que más cuenta son los títulos conseguidos con el equipo; que las estadisticas individuales eran eso; individuales.
Hoy Messi está en el lado opuesto, y se justifica su merecimiento del balón de oro por aquello por lo que el año pasado se le negaba a Cristiano, habiendo sido superior el portugués a la hora de resultar decisivo para los títulos conseguidos por su equipo.

Es lo bueno de quienes están por encima del bien y del mal: que llevan la razón diciendo una cosa y la contraria.