domingo, 11 de diciembre de 2011

El Madrid de nunca vs. el Barça de siempre

Hola amigos. El clásico ha cobrado aún más importancia en estos últimos años, debido al distanciamiento económico y futbolístico de los dos grandes equipos de España con respecto al resto. Sin embargo, y aunque todo culé y todo madridista quiere ganar un clásico, independientemente de lo que pueda repercutir realmente en la clasificación liguera, hay que recordar que estos partidos cuentan lo mismo que una victoria ante cualquier otro rival. Bien es cierto que la rivalidad entre ambos equipos hace que una derrota en este partido se acuse psicológicamente, pero también vale la pena recordar que el año anterior no perdimos la Liga contra el Barcelona, no, sino que la perdimos contra equipos como el Sporting de Gijón u Osasuna.
Repito: por supuesto que siempre es mejor ganar, y contra el Barcelona más, pero en esta ocasión teníamos la fortuna de no jugarnos el liderato ya que, si la Liga mide la regularidad de los equipos, que el Real Madrid llegase a este clásico con seis puntos de ventaja sobre el Barcelona (a igualdad de partidos) significa que hasta ahora estamos siendo más regulares que ellos. No sé vosotros, pero yo firmo perder ambos clásicos y acabar llevándonos la Liga.


Durante lo que llevamos de temporada hemos visto a un Real Madrid sólido, con unos jugadores más compenetrados y un juego más maduro y elaborado; es decir, poco o nada de lo que vimos anoche. El tempranero gol de Benzemá dejó de cara el partido desde el inicio. Con dicha ventaja, el Madrid tenía vía libre para tomarse el partido de una manera más calmada, y jugar con la ansiedad que provoca en el rival el ir por detrás en el marcador desde el inicio. Sin embargo, toda esa madurez y solidez demostrada a lo largo de la temporada dejó paso a una incomprensible precipitación. Por momentos parecía que era el propio conjunto blanco el que iba por detrás en el marcador.

El incomprensible no descenso del ritmo en el juego madridista, unido a la falta de acierto en momentos en los que pudimos habernos puesto con 2-0 sin demasiados problemas, propició que el Barcelona se encontrase cada vez más cómodo en el campo. Finalmente, fruto de la confianza que estaba adquiriendo el Barcelona y de un error defensivo del Madrid, Alexis Sanchez, a pase de Messi, aprovechó para poner el empate a uno en el marcador. Por cierto, hablando de Alexis Sanchez, mucha gente se ha hartado de criticar a Mourinho por la suplencia de Albiol, un campeón del mundo que necesita minutos para ir a la Eurocopa de este verano. Albiol tiene delante a gente como Pepe o Ramos, algo que puede hacer comprensible su suplencia. Sin embargo, yo no veo que Alexis Sanchez sea mejor que Villa (aunque tras el partido de anoche, es fácil apuntarse al carro; pero para mí no es mejor), y el guaje chupó banquillo el día de su cumpleaños y se comió, junto a Pedro, otro internacional, los minutos de la basura anoche en el Bernabeu. No entiendo que no llame la atención que el delantero titular de la selección española sea suplente en su propio equipo.

Hecho este pequeño paréntesis, continuo con lo que fué el encuentro.
Con el empate a uno iríamos al descanso; el Madrid dando la impresión de que se había ido descomponiendo con el transcurrir de los minutos, y el Barcelona dando sensaciones bien distintas. Xabi Alonso había visto una amarilla absolutamente rigurosa por una falta a Messi que, cuando fué imitada por el argentino, esta vez siendo el donostiarra objeto de la misma, no obtuvo el mismo castigo (que, por cierto, hubiera supuesto su expulsión). Aún con esas, no hay excusa para ir perdiendo tu sitio con un partido que vas ganando desde el minuto 1.

Tras el descanso, el partido continuó con la tónica con que había terminado el primer tiempo: un Barcelona más cómodo, y un Real Madrid apurado, con la sensación en mente de que podía ocurrirles lo mismo que en otras ocasiones. El Barcelona anotó el 1-2 con una jugada de esas que suelen llamarse de las de "la flor en el culo". Disparo de Xavi, tras un despeje de Coentrao, que impacta en el tobillo de Marcelo y cuya trayectoria termina desviada la distancia y la altura justas para que, con la lentitud que llevaba el bote, quedase fuera del alcance de Casillas y dentro de la portería. Al Bernabeu le sonaba esta situación, al igual que a los jugadores, y empezaron a oírse los primeros pitidos hacia su equipo.

Con ventaja en el marcador, el Barcelona hizo lo que debió haber hecho el Real Madrid (con su propio estilo, claro) cuando iba ganando el encuentro: buscar el gol con más tranquilidad; que sea el rival quien se desgaste. El conjunto azulgrana ya se gustaba del todo con sus eternas y conocidas posesiones, y un rival renegado al contraataque. Fruto de esa tranquilidad llegó el tercer gol del Barcelona; un verdadero mazazo para los blancos. Aún así, el equipo dispuso de ocasiones para, al menos, haber empatado el partido; Cristiano e Higuaín pueden dar fe de ello. Al final vimos una película que lleva repitiéndose demasiado tiempo, con un Real Madrid que juega y maneja los tiempos durante el resto de partidos, pero que termina presa de la precipitación (y por ende, de la falta de acierto) contra un Barcelona que tiene la sensación de que da igual como transcurra el partido contra los blancos, porque confían en que todo terminará de cara para ellos.

Como es típico, al menos en España, desde el pitido final se busca un culpable para quemarlo en la plaza del pueblo, y muchos focos apuntan a Cristiano. Es cierto, Cristiano es culpable de lo que perjudicaron al equipo tanto su precipitación como su falta de acierto. También es culpa de la defensa el gol del empate, es culpa de Mourihno el no saber o no querer calmar a su equipo cuando lleva ventaja en el marcador, etc. tanto las derrotas como las victorias, son culpa de todos. No soy amigo de elevar a los altares a un solo jugador en una victoria, cuando la realidad es que se consigue gracias al trabajo de todo un equipo.

Me preocupa que todo el despliegue de medios que hemos demostrado que tenemos se vea limitado cuando jugamso contra el Barcelona. El Cristiano de ayer no estuvo tan combinativo como en el resto de la temporada, no vimos a Marcelo aportando lo que sabe aportar en ataque, Xabi Alonso estuvo muy impreciso en sus pases. Personalmente, si he de quedarme con alguien del equipo blanco ayer, me quedo con Di María y Benzemá.

Las declaraciones de Guardiola: "Creí que iba a costarnos más", de Xavi: "Hemos sido infinitamente mejores que el Madrid" o de Rosell: "Les hemos dado un baño", solo sirven para que los analistas mediáticos de la humildad universal hagan autocrítica, al igual que con el pelotazo de Keita a la grada (¿se habrá ganado la cesta de Navidad?)

Casillas dijo al finalizar el encuentro que el Barcelona no puede ser una obsesión, y así deber ser. Repito: a igualdad de partidos, hemos llegado a este clásico con 6 puntos de ventaja sobre los azulgranas. La Liga premia la regularidad, y de nada sirve lamentarse por perder 3 puntos contra un rival directo si ello no supone que pierdas el liderato. Esto da muchas vueltas, y puede que lleguemos al próximo clásico con más de 3 puntos de ventaja sobre el Barcelona. Ganar un clásico supone un plus psicológico, pero no mayor que ganar una Liga. El famoso año del pasillo llegamos al clásico siendo campeones; no digo que se vaya a repetir porque es extremadamente dificil, pero firmo perder el clásico del Camp Nou y salir líderes de allí, como en esta ocasión. Nos levantaremos las veces que haga falta.